Últimamente pienso en la música John Frusciante y en lo tanto que me ha costado disfrutar de los Red Hot Chili Peppers más allá de la adolescencia. Una vez que comprendí mejor el inglés me costó mucho seguirle el hilo a la sarta de estupideces que Anthony Kiedis suele cantar. Es duro aceptarlo porque fui un gran admirador de ellos, Blood Sugar Sex Magik fue el primer CD que compré en mi vida. Me enganché con los Peppers igual que todo el mundo: viendo MTV. Una tarde aparecieron en la tele pintados de plateado tocando,cantando y bailando en un escenario similar al de una película sci-fi de los 50: era el video de Give It Away, el pegajoso sencillo que los catapultó al estrellato del rock.
No mucho después de eso se volvieron uno de mis grupos favoritos. Yo entraba a la adolescencia y quería romper con los gustos de la generación anterior (más cercanos a bandas de pop rock oscuro como Depeche Mode o The Cure, grupos extremadamente populares en México). A los doce años ya necesitas otra clase de mentiras para definir tu identidad, o al menos mentiras ligeramente reformuladas. Lo único que pude definir fue mi identidad como consumidor de música: toda mi adolescencia consumí montones de grupos de “música alternativa” y llegué incluso a ponerme camisas de franela en climas francamente tropicales del territorio mexicano.
Claro que a los doce años no eres muy consciente de la enorme inversión de energía, talento y dinero que el video de Give It Away requirió para conseguir un impacto emocional tan hondo en la audiencia juvenil. No te pasa por la cabeza la cantidad de maquillistas, cinefotógrafos, estilistas, vendedores de droga, travecos, marcas, etc. que se necesitan para que algo luzca así de bien. Es muy probable que la cantidad de dinero invertida en el video haya sido mayor que la suma de todo el capital acumulado de mi familia. Pero heme ahí, depositando toda mi fe adolescente en un grupo de gringos pintados de plateado cantando “Give it away, give it away, give it away now”, completamente enganchado a un mundo ajeno al mío y desde un país vecino como México, en donde lo más cercano a ese video eran las versiones subdesarolladas de esos personajes que se pintaban de plateado en los semáforos para pedir dinero. Quizá suene disparatado pero me sigue impresionando el potencial de los medios de comunicación gringos para confundirte, si tienes un dispositivo por donde atraviesen sus mensajes serás susceptible a su propaganda, a su muzak falsamente rebelde que inserta una sola idea en ti: “CONSUME para pertenecer: pídele a tu mamá la camiseta de los RHCP para que tus compañeros de la secundaria vean lo especial que eres”.
The Organic Anti-Beat Box Band.
Por increíble que parezca, los Red Hot Chili Peppers no siempre me parecieron ese grupo mediocre de stadium rock formado por señores en esteroides que son ahora. Durante la década de los noventa tuvieron una racha de discos buenos y regulares que arrancó con el espasmódico Mother´s Milk (EMI Records/1989) y culminó con el elegante Californication (Warner Bros/1999); en la mitad del camino dieron con su obra cumbre de la mano del productor Rick Rubin a través de Blood Sugar Sex Magik (Warner Bros/1991), e incluso tuvieron la oportunidad de publicar un disco maldito, el oscuro One Hot Minute (Warner Bros/1995) grabado con un Dave Navarro (Jane's Addiction) en estado junkie sustituyendo a John Frusciante, que por aquél entonces era otro junkie. Un disco que la verdad no está nada mal y cuyo peor defecto son las horripilantes y autoindulgentes letras de Anthony Kiedis.
Personalmente pienso que desde Californication el camino fue de bajada, su siguiente disco By The Way (Warner Bros/2001) lo escuché a medias y me pareció tan malo que decidí abandonarlos, no toda la responsabilidad fue de ellos: yo ya estaba entrando en mis veintes y explorando otro tipo de bandas o mejor dicho, otro tipo de patrones de consumo. Tampoco creo que hayan envejecido mal; no soy un edadista y envejecer no es algo malo, sino todo lo contrario, envejecer de cualquier forma posible es un privilegio. Músicos como Nick Lowe han llevado una carrera más allá del decoro durante 50 años y otros como Wilco asumen su papel de súper estrellas del Dad Rock entregando discos y conciertos memorables sin pisar el territorio de lo ridículo, pienso que para lograrlo se tienen que hacer sacrificios que por lo menos Anthony Kiedis y Flea no están dispuestos a hacer, principalmente dejar de actuar como personajes con retraso mental en una mala película de Penelope Spheris. Los RHCP del 2023 experimentan una prolongada andropausia similar a la de sus contemporáneos The Flaming Lips, quienes, en mi opinión son el mejor ejemplo de cómo un buen grupo puede ir de mal en peor cada año y con cada disco.
Todo tiende a empeorar.
A mi edad reconozco que por lo general las cosas tienden a empeorar. Con algunas excepciones honrosas veo a mis ídolos de juventud perdidos y obsesionados con la idea de prolongar su adolescencia de manera insostenible. Perry Farrell parece más interesado en el botox que en su propia música, y un Anthony Kiedis sexagenario prefiere tomarse selfies sin camiseta con la lengua de fuera que concentrarse en su propia banda. Supongo que es un efecto adverso de la industria a la que pertenecen: la del entretenimiento. Porque en la industria de la música hay músicos y hay profesionales del entretenimiento, y los RHCP ya están más cerca de ser lo segundo.
En cambio, Frusciante suele mostrarse más relajado y centrado vistiendo pantalones de algodón, una polo a rayas y unos tenis con la última tecnología de amortiguación para las rodillas. Parece estar enfocado en lo verdaderamente importante: pasárselo bien el mayor tiempo posible haciendo y escuchando música.
Él es quizá el verdadero mito detrás del grupo y probablemente el único mito con la fuerza necesaria para sostener la carrera de una banda que al igual que Iggy Pop, se niega a ponerse una camiseta sin importar cuán decadente sea el espectáculo. El rock es una cosa bastante trágica y tiene que seguir.
Me gusta pensar en Frusciante como un Narciso que vuelve del mundo de los ahogados. Puedo imaginar su descenso apresurado a la realidad, asustado de ver en el espejo a un títere controlado por la garra monstruosa de los hermanos Warner. Obligado a levantarse a las 5 am para una sesión de maquillaje con el fin de pintarse el cuerpo entero de plateado (Give it away, give it away, give it away, now) ¡Miren ahí al artista torturado por la eterna búsqueda de la belleza! subiendo y bajando de aviones para tocar frente cientos de miles de personas mientras el manager dicta instrucciones por el auricular -“muy bien John, ha llegado la hora: terminas ese solo de guitarra y en ese momento te sacas el pito en el escenario y haces el truco del helicóptero”- (el truco del helicóptero era básicamente menearse el pene simulando el movimiento de las aspas de un helicóptero).
Después llegará el momento de placer: el piquetazo de heroína directo al flujo sanguíneo. ¿Quién quiere ser una súper estrella del rock alternativo de los noventa?, ¿salir del ghetto de lo ordinario? Kurt Cobain se dio un escopetazo en la cara apenas vislumbró su lugar en el mundo y Chris Cornell se ahorcó en un motel cuando dejaron de pedirle autógrafos y, ¿John? ¿Qué hay con él? ¿Qué nos queda para él? ¡Las drogas! La puerta falsa y por desgracia a veces la única puerta con picaporte en el cuarto oscuro. Claro, las drogas y el malditismo, el auto exilio.
I May Again John.
Antes de adentrarme en la figura de John Frusciante, es importante señalar que mi conocimiento sobre él proviene de extensas sesiones de escucha profunda de su música y de algunas entrevistas publicadas durante los últimos 30 años en diversas plataformas como revistas, televisión e internet. También de Stuff (el cortometraje sobre él que Johnny Depp y Gibby Haines realizaron en 1992) y de esa legendaria entrevista que le hicieron en la televisión holandesa en 1994. No conozco personalmente a Frusciante y es poco probable que lo haga en el futuro. Incluso si se presentara la oportunidad, la desperdiciaría. Tampoco he escuchado todos sus discos pero algunos de los que he escuchado me han parecido más o menos interesantes como ese par que recientemente publicó Avenue 66 records en donde intenta canalizar sin mucho éxito el legado de Éliane Radigue.
Niandra LaDes and Usually Just a T-Shirt (American Recordings/1994).
El álbum solista debut de John Frusciante no es la obra de un genio, sino un compendio muy memorable de canciones recopiladas en un multitrack de 4 canales durante un período psicótico en su vida. Fue grabado durante una fase que abarca desde poco antes de su salida del grupo hasta el momento en que, según él, recibía instrucciones de los espíritus. Aunque escuchar a los espíritus es un síntoma bastante común en la psicosis, es vital reconocer el mérito artístico del músico, no como el genio maldito del folk lisérgico que todos quieren ver en él, sino como un artista que abandonó temporalmente la cima de la Nación Alternativa para dejar un par de obras inusuales que bien vale la pena revisitar en la actualidad.
La portada de este primer disco es una fotografía de Toni Oswald que presenta a Frusciante travestido en la playa, se trata de su personaje Niandra Lades, un equivalente del alter ego Rrose Sélavy de Marcel Duchamp: una entidad artística independiente empleada por el artista para desafiar las normas convencionales del arte y explorar nuevas formas de expresión. Cada canción en este disco es un esbozo crudo sin artificios superficiales, son juguetonas y están llenas de vida, un ejemplo de lo que digo puede ser Your Pussy 's Glued To A Building On Fire, con un solo de guitarra grabado en cinta que reproducido al revés guía la melodía en la primera parte. La canción se desdobla en otra versión de sí misma, creando un efecto similar a de la canción Broken Arrow de Buffalo Springfield. Aunque ambas comparten el mismo espíritu, la diferencia en los estándares de producción son monumentales: la de Buffalo Springfield involucró a una docena de músicos y productores, mientras que la de John se construyó con un par de guitarras, un delay de cinta y varias toneladas de heroína, cocaína y marihuana. Él mismo admite que no hay una sola nota en el disco que no haya grabado estando marihuano, y no marihuano como tú o yo podemos llegar a estarlo viendo videos de Ren & Stimpy en YouTube, sino marihuano a ese nivel que los gringos acostumbran en donde la paranoia es tal que sientes ganas de irte a tu casa incluso estando en tu propia casa. John usaba los efectos de la marihuana para acentuar el efecto de la heroína y suavizar la euforia de la cocaína. La relación del alcohol y las drogas con el rock siempre ha sido estrecha. Claro, ¿a qué empresa no le conviene tener empleados dependientes de toda voluntad, entregados a los placeres anestésicos que otorgan algunas sustancias?
Otra canción que siempre me pareció fascinante es Curtains: una balada al piano muy dramática que suena como si Elton John hubiera protagonizado la película El Fantasma Del Paraíso de Brian de Palma. La voz aguda y desafinada y la letra surrealista logran un efecto casi tragicómico, eso sí, nunca llegando a los niveles de bobaliconés de su colega Anthony Kiedis.
Conforme la obra avanza se van desenredando más misterios, como el laberinto de cinta que es Running Away To You, en donde la variación de velocidad en los loops de la cinta genera otra voz que dialoga con la del cantante, dando la impresión de diálogo infinito. La canción inserta fragmentos de voces dentro de otras, generando un efecto sonoro equivalente al efecto visual que se produce al poner un espejo frente a otro. Esto crea una sensación de hipnosis durante la escucha.
Otras canciones, como Ants (presente únicamente en la versión en cassette del álbum y como bonus en el 7” de la edición de Superior Viaduct), adoptan un tono más cinematográfico y melancólico. Exhiben una nostalgia casi hauntológica. Perry Farrell incorporó Ants en la banda sonora de The Gift, esa inquietante película Straight To Video que el vocalista de Jane's Addiction dirigió junto a su entonces novia Casey Nicoli. En esta canción, los giros de guitarra con el efecto de fuzz a tope funcionan como sustitutos del tono vocal estridente del cantante, logrando un instrumental preciso: desde la intro hasta el puente, el verso y el outro, todo encaja a la perfección. Aunque pueda permitirse algunas libertades como compositor, Frusciante demuestra que sabe componer, ha escuchado y creado suficientes canciones como para comprender las estructuras, al menos en el ámbito del rock pop. Después de todo, suya es la creación de la música para Under The Bridge, el megahit de los RHCP que permaneció en los rankings del top 100 de Billboard durante 26 semanas.
The curtains are made for moving
'Cause you know sometimes you're not always there
You don't need it now
Your head's shaped like a cow.
Curtains - John Frusciante.
Smile From The Streets You Hold(Birdman/1997).
Smile From The Streets You Hold (Birdman Records/1997] es un conjunto de pedacería recolectado para conseguir algo de cash para drogas. Fue grabado por partes durante el dulce letargo politoxicómano que atravesaba el músico. Algunos tracks se grabaron en la casa de Hollywood Blvd. que él mismo terminó por incendiar accidentalmente, otros en el departamento que rentó posteriormente en donde su casero lo amenazaba constantemente con llamar a la policía y unos más durante su breve estancia en Nueva York, en donde su entonces novia, la artista y escritora Toni Oswald, harta de verlo todo el día bajo el influjo de las drogas lo mandaba a recluirse en el auto.
En ese estado de delirio Frusciante encontró la manera de seguir grabando música. Smile From… es un disco casi inaudible, lleno de pinceladas de psicosis y vagancia creativa de primera con un sonido parco de guitarras. Está ensamblado con canciones irregulares con apenas arreglos y una voz que se desgañita constantemente; es uno de esos discos al borde, situados entre la vida y la muerte de un músico ahogado en sus propios conflictos.
Como obra es mucho más transgresora que su antecesor: es más psicótica, más disparatada, más todo, más Frusciante. También es mi disco favorito de él. Ya no quedaba nada del Frusciante del helicopter trick. Toda la música aquí está impregnada con su idea distorsionada de la belleza que no era más que una belleza bruta y babeante que jamás hubiera alcanzado con su banda. Canciones sin la maquinaria monstruosa que terminó por consumirlo todo: a la música, a los músicos y hasta a sus admiradores. En este no-lugar Estress es la canción que separo como la más privilegiada: sólo tres acordes y una voz fracturada, tampoco se necesita tanto para hacer una buena canción. Si una canción así se la das a Mazzy Star, Sinead O´Connor o Tracy Chapman creo que tendrías un número uno en la radio de la época. Sin embargo, no imagino ninguna versión superior a la original.
Want you bare, the way I am
I want you there, where I am
I want you near, the way I am
I want you the way, the way I am
I want you mere, the way I am
I want you near.
Estress/Estrus - John Frusciante.
Si estás familiarizado con los primeros discos de Ween entonces I May Again John te va encantar: es puro Ween en su era The Pod. Hay dos canciones en Smile From… con el desaparecido actor River Phoenix. Ninguna de las dos sobresale particularmente entre el catálogo: la primera es Well I've Been en donde Phoenix improvisa un Spoken Word sobre la música y la segunda es Height Down una balada compuesta por ambos durante una tarde de abuso de sustancias en casa de John. Phoenix era un amigo cercano de los RHCP, murió una noche de 1993 en The Viper Room, el picadero de estrellas de Hollywood propiedad del actor Johnny Depp, precisamente la noche en que Frusciante debutó en vivo como solista. Los más conspiranóicos afirman que fue él quien le suministró a Phoenix el coctél letal de cocaína y heroína que lo mandó al hoyo.
Smile From… ha estado fuera de circulación durante más de dos décadas por petición del músico. Por otro lado, Niandra Lades.. ha estado disponible en varias reediciones en CD así como en plataformas digitales. En 2017, Superior Viaduct lanzó una edición en vinilo que incluía un 7" extra con la canción Ants. Más tarde, American Recordings lanzó otra edición en vinilo transparente exclusiva para Europa. Todas estas versiones son altamente recomendables. Yo disfruto mucho estos discos, nunca he pensando que John Frusciante sea una clase de genio, si existe algo como la genialidad pienso que debe ser algo colectivo, treinta años antes de estos discos ya había música así, quizá mucho mejor (ahí están las grabaciones de Maitreya Kali). El mérito de John es quizá el de haberse salido del mapa para hacer esta música y no haber hecho esos discos que todos los fans de RHCP estaban esperando con solos de guitarra interminables. No, John está lejos de ser un genio, pero por un momento casi nos engaña y nos hace pensar lo contrario. Casi se sale con la tuya.
Texto dedicado a mi tía Juana, que me compró el CD de Niandra Lades… en el Mixup Plaza Satélite, una tarde de 1994.